viernes, 28 de diciembre de 2012

Negros de alma

Alguien lo soltó, y se me quedó mirando, como a la espera de una respuesta del tipo de "claro, sí, tenés razón".
Yo no pude romper el silencio por unos segundos, porque no quería creer que ese amigo (a quien hasta ese momento daba por inteligente) hubiera dicho eso refiriéndose a otra persona: "Qué querés si es un negro... negro de alma, digo..."
No le contesté (La respuesta la debe haber leído en mi cara) porque para hacerlo tenía que decirle varias cosas.
Son estas cosas:
A ver si nos entendemos de una vez: No existen los "negros de alma" y los otros.
Negro es negro.
Si usás la palabra "Negro" como insulto, no importan todas las aclaraciones que le sumes después: estás relacionando el color de piel de alguien con algo que te parece mal. Me molesta muchísimo cuando se usa ese término, y no por ser yo morocho, si no por lo siguiente:
¿Se pusieron a pensar alguna vez de dónde sale el término "alma negra" que tantos repiten como loros? ¿Para qué le sirve al que lo inventó?
Le sirve para que en el inconsciente de toda una sociedad (la nuestra) queden relacionados los dos conceptos NEGRO=PERVERSO.
Pero en nuestro país son muy pocos los afroamericanos, (los negros de verdad, si es que hay un medidor de negruras).
Entonces: ¿Quiénes son esos "negros de alma" a los que les debemos tantos males que nos pasan a nosotros, los inocentes blanquitos?
Esos negros, por lo que vengo viendo, son los morochos, los pobres, los inmigrantes, y principalmente los más peligrosos de todos: Los pueblos originarios.
El que inventó el término "Negro de alma" estaba conectado directamente con los primeros genocidas que pisaron América, que no fueron los exiliados del Tercer Reich, sino los colonizadores.
Ellos trajeron una religión que intentaron imponer a la fuerza y rápidamente decretaron que los nativos eran insalvables. Aunque aceptaran el cristianismo, siempre había una cláusula de los diez mandamientos que los negros de alma que habitaban este continente lleno de oro no cumplían. Sus almas eran casos perdidos. Morochos, y de alma negra.  Ya está. Matarlos, no queda otra.
Si los hombres de la espada y la pólvora lograban convencerse a ellos mismos de que esos seres a los que estaban matando tenían almas tenebrosas y malignas, eliminarlos era casi un acto de piedad. Y robarles sus riquezas y tierras se convertía en un acto de justicia.
Ya lo escuchamos muchas veces: "A estos indios hay que matarlos a todos" / "A estos gauchos hay que matarlos a todos" / "A estos negros hay que matarlos a todos".
Entonces, cuando aparece un tipo mezquino, traicionero, un sujeto cuyas actitudes a todas luces son reprobables, alguien sugiere que es "Un negro de m..." Todos aprueban la definición como si fuera innegable, y si a alguno le suena una alarma interna y se siente un poquito racista, tiene un mantra para acallar esos pensamientos negativos: "Negro, pero de alma".
¡Ah! ¡Haberlo dicho antes! ¡Entonces sí se justifica que lo linchen!
Curioso: Nunca vi el término "Negro de m..." aplicado a alguien rubio...
Ya lo dije: Esto no es un intento de reivindicarnos a nosotros, los morochos. A esta altura de las cosas, poco me importa que me reivindique alguien que tiene la bajeza de insultar a aquellos a quienes les robó sus tierras, a quienes ultrajó durante siglos.
Tampoco escribo esto porque sea yo un justiciero o algo así.
Lo hago simplemente porque escuchar ese tipo de frases me molesta.
Me molesta porque los mismos que dicen querer un país mejor, muestran así su verdadera cara: Lo que dicen es "Los negros (morochos, para poner las cosas en su lugar) representan lo peor de esta tierra. Hay que matarlos y reemplazarlos por gente rubia, que seguramente es mucho más macanuda".
Me molesta porque ya no están los españoles queriendo limpiar esta tierra de "negros", pero sigue habiendo tiranos y emperadores que con mucho gusto los pueden reemplazar.
Me molesta porque soy parte de un país de negros que tiene una bandera por la cual han peleado muchos otros negros y se sostiene por el trabajo de muchos negros más.
Y... sí... hay que aceptarlo: Somos un país que crece a fuerza de sangre de negros. Lo administran mal, lo funden y lo saquean los blanquitos. Pero cuando está convertido en una pelota desinflada, son los morochos, los que no se pueden ir a Europa o Estados Unidos, los que vuelven a poner el hombro para levantarlo.
Espero que quede clara mi opinión...
Si de verdad aman este país como dicen, no usen más el término "Negro de alma", ni ningún otro que se le parezca.
Y si lo hacen, no me miren esperando que les dé la razón, porque no lo puedo hacer.

MÁS DE "MIRÁ CÓMO SOMOS"

domingo, 16 de diciembre de 2012

Dejar de despreciarnos


Hace unos días puse en Facebook la foto que acompaña este post. Un montón de personas me hicieron saber que el lugar les parecía bello. 
Y me costó entenderlo, porque es la calle que lleva a mi casa, retratada después de la lluvia. Para mí es una de las calles más comunes y poco agraciadas del planeta.
Otros, que la ven desde la distancia, no opinan lo mismo.
Y pensando en esa poca valoración que hacemos de nuestras cosas, volví sobre uno de mis tópicos favoritos...

Cuando escucho que Suipacha no crece por culpa de este o aquél político (casi siempre de "este", porque "aquél" pueden ser todos o ninguno) me queda la sensación de que una vez más estamos pateando la pelota afuera.

No estamos dispuestos a hacernos cargo de nuestra responsabilidad en lo que nos pasa.
No digo que no haya cosas para hacer desde lo político.
No digo que no haya un montón de cosas de las que tal vez nos estamos quedando afuera.
Pero sostengo que, igual estamos pateando la pelota afuera. Echarle la culpa a otro es la mejor manera de evitar que las cosas cambien. Si el responsable es él, yo no puedo hacer nada, y entonces no hago nada. Y entonces ninguno hace nada. Y así estamos.
Soñando con los cambios geniales que llegarían si pasa esto o aquello; si viene este o aquél...
Pero cuando soñamos con ese crecimiento del que tanto se habla, esperamos que llegue un mesías político o económico y nos traiga un gobierno sobrenatural que nos regale mucha plata a todos o una megaempresa que por algún motivo crea que este es el lugar más piola para establecerse.
Todo lindo. Muy lindo. Demasiado lindo. Tan lindo que nunca va a pasar, chicos..
Nunca.
Y no va a pasar porque para que otros nos quieran, tenemos que querernos a nosotros mismos.
Para que otros nos aprecien tenemos que dejar de despreciarnos.
Es una cuestión cultural: Tiene que ver con quiénes sentimos que somos. No lo que decimos de la boca para afuera. No hablo de lo políticamente correcto.
Hablo de lo que realmente sentimos.
Y sentimos que no estamos a la altura de Mercedes o Chivilcoy.
Los profesionales allá son mejores. Los artistas de allá cantan, actúan, escriben y dibujan mejor. Los locutores de allá hablan más lindo, y así...
Así pagamos fortunas por servicios similares o inferiores a los locales sólo porque los que los prestan vienen "de otro lado". Conozco gente de múltiples rubros que no cobran en sus ciudades ni siquiera una parte de lo que nos cobran a nosotros.
Vienen felices a facturarnos lo que en sus ciudades no les pagarían ni en broma.
Cómo no habrían de hacerlo, si nosotros les abonamos el plus por no ser de acá (y pensar que hay comunidades que hacen lo opuesto: Si vas a competir con el comercio local, tenés que pagar derecho de piso)
Lo que se produce acá no nos convence.
Creemos, muy en lo profundo y aunque no nos atrevamos a pronunciarlo, que para que esté bien hecho tiene que hacerlo otro.
Nos queremos poco. Nos valoramos menos.
Acudimos a nuestros vecinos cuando no nos queda otra. Los consideramos una opción más económica, un sucedáneo. No nos importa que en muchos rubros tengamos gente más capacitada que Chivilcoy o Mercedes; no podemos verlo porque nos sentimos inferiores. Si contratamos al "muchacho o la chica de acá al lado" lo hacemos regateando por los precios; les pagamos lo menos posible.
Total, es el flaco de acá a la vuelta; qué me puede cobrar...
Para que otros nos aprecien, tenemos que dejar de despreciarnos.
Si la cosecha vino buena y tenemos plata, llamamos a alguien de Mercedes o Chivilcoy.
Daría ejemplos, pero no creo que haga falta.
Digo... 
Hacemos esto y al mismo tiempo nos quejamos de todo lo que logran los pueblos vecinos mientras nosotros seguimos siempre igual.
¿No será que ellos crecen -entre otras cosas- porque se alimentan de nosotros?
Digo...
Por nuestro propio bien... Tenemos que dejar de despreciarnos.


MÁS DE "MIRÁ CÓMO SOMOS"